Un bosque en la ciudad, elementos verticales y horizontales que se
unen para dar forma a un bosque de pilares que sirve como separación sutil del
espacio.
La ciudad está recargada de
hormigón, los ritmos son veloces y los caminos son rectos. Aquí se plantea un
escape de la rutina, al entrar se siente una ambiente distinto, el flujo
acelerado se va diluyendo poco a poco, los espacios son más estrechos, ahora
cada cual recorre su propio camino, cada individuo se siente único.
Estando debajo de la estructura,
la luz entra por varios vanos, distribuidos casi al azar. Al mirar hacia
arriba, el cielo aparece por partes, una sensación parecida al estar bajo el
follaje de un árbol. En un ambiente casi aislado, se logra encontrar
tranquilidad gracias a estas distintas “capas” que te separan del contexto
También se puede estar arriba, este
cambio de altura permite sentirte a “escala árbol”, y ver la ciudad desde esta
otra perspectiva, sobre la copa de estos gigantes verdes.
El contacto con la estructura es
personal, te acoge a pesar de las dimensiones de los elementos. La madera y el
pasto ayudan a crear esta atmósfera, en
contraste con esta ciudad recargada de hormigón y metal.
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